La Sociedad Argentina
de Nutrición (SAN), al igual que múltiples organismos internacionales y
gobiernos, define a la obesidad como una enfermedad crónica de altísima y
creciente prevalencia y responsable de múltiples comorbilidades de elevada
mortalidad prematura, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedad
cardiovascular y un estado inflamatorio generalizado que incrementa el riesgo
de trombosis y cáncer. No obstante, subrayan que en nuestro país aún no se la
reconoce como enfermedad, sino que se la define como “condición” o “factor de
riesgo”.
“Hoy existe
consenso en que la obesidad requiere un abordaje multisectorial en el que
participen las autoridades sanitarias con políticas públicas contundentes, la
industria alimenticia -achicando las porciones, reformulando colorías e
ingredientes, modificando muchas de las estrategias de mercadeo actuales-, las
empresas de tecnología para que los dispositivos incluyan, por ejemplo,
sensores de movimiento que promuevan pausas activas, los medios y las redes
sociales para educar y concientizar, evitando la desinformación”, destacó la
doctora Marianela Aguirre Ackermann, médica especialista en nutrición,
Coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SAN.
Por
supuesto, “los profesionales de la salud tenemos la tarea de capacitarnos y
combatir el ‘intrusismo’, que es la consejería y atención de pacientes sin
matrícula habilitante”, agregó Aguirre
Ackermann.
¿Por qué
definirla como enfermedad?
Según la OMS, una enfermedad es una alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible. La obesidad cumple con todas estas características y además particularmente ha sido evidenciada su condición inflamatoria, a partir del aumento de un tejido adiposo disfuncional que explica el nexo con sus comorbilidades.
Tal como describió la doctora Lilia Cafaro, Coordinadora del Grupo de Trabajo de Cirugía Bariátrica de la SAN, algunos signos que caracterizan la obesidad son “el exceso de adiposidad corporal o aumento de la circunferencia de cintura, a los que se suman aquellos correspondientes a todas sus comorbilidades, como la hipertensión, la dislipidemia y la resistencia a la insulina, entre otras”.
Los posibles síntomas, son “la sensación de apetito constante, baja saciedad, descontrol de impulso, dolor articular, alteración en la regulación de la temperatura corporal, infecciones en pliegues cutáneos, fatiga, disnea, trastornos cognitivos y del estado de ánimo, por citar algunos”.
La obesidad es una enfermedad compleja en la que intervienen factores genéticos y ambientales. Los dos más conocidos son la ingesta excesiva de energía y un estilo de vida sedentario. Sin embargo, existen otros como la falta de sueño, la climatización constante de los ambientes, los disruptores hormonales, los cambios en el microbiota intestinal, el uso de determinados fármacos y la cesación tabáquica sin medidas antiobesidad, además de factores psicosociales como el estrés y la depresión.
“El entorno construido cumple un rol central en la pandemia de obesidad. Las prácticas de comercialización de alimentos, las barreras a la actividad física, los variados determinantes sociales de la salud como la pobreza, los bajos niveles de educación y el estigma de la obesidad son mediadores de su alta prevalencia e impactan en su tratamiento”, explicó por su parte la doctora Ana Cappelletti, médica especialista en Obesidad, Secretaria de la SAN.
“La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer como de endometrio, mama, ovario, próstata, hígado, vesícula biliar, riñón y colon. En las mujeres en edad reproductiva afecta la fertilidad y condiciona la salud materno-infantil a la vez que influye en la salud de generaciones futura a través de mecanismos epigenéticos”, consignó lCappelletti.
En
Argentina, la prevalencia de exceso de peso (sobrepeso + obesidad), según la 4°
Edición de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (realizada en 2018 y
presentada en 2019), fue de 61,6%, comparativamente superior a la 3° Edición de
la ENFR (57,9% en 2005).
Recomendaciones
para el abordaje de la obesidad:
-Contribuir
a cambiar la percepción de que la obesidad depende únicamente de la
responsabilidad individual para reducir el estigma y la discriminación hacia
personas con obesidad.
-Optimizar
la regulación y el control de productos y servicios destinados al abordaje de
la obesidad, jerarquizando aquellos basados en la mejor evidencia disponible.
-Establecer
políticas públicas sobre el entorno construido.
-Alentar al
sistema de salud a considerar y abordar la obesidad como una enfermedad crónica.
-Jerarquizar
la formación de capital humano capacitado en Obesidad.
-Establecer
un programa sanitario especial destinado a la prevención de la ganancia de
peso.
-Disponer la
cobertura universal de las estrategias no farmacológicas y farmacológicas
disponibles para la obesidad.
-Establecer
un monitoreo continuo de las acciones.
FUENTE: docsalud.com