El párroco,
Pbro. Javier Grosso, presidió la ceremonia, que contó con la participación de
autoridades comunales, de las fuerzas de seguridad, instituciones civiles y
eclesiales, y destacó esta iniciativa de fieles y artesanos como “un gesto muy lindo, entiendo que es una
respuesta de fe en este momento difícil impulsada por la misma gente y había
que darle cauce”, afirmó.
La joya fue
confeccionada por el orfebre belicho Fermín Aurelio Gutiérrez, quien la donó y
tuvo el privilegio de colocarla en la imagen de la Patrona de esa comunidad del
Oeste catamarqueño.
Acerca de la
génesis de esta propuesta comentó que “un grupo de señoras que colaboran en la
Iglesia me hablaron hace unos meses atrás, en plena pandemia, cuando las fases
eran muy estrictas, para consultar la cantidad de material necesario para
realizar esta prenda en forma de coronavirus, porque iban a pedir colaboración
a la gente. Les dije que yo iba a poner el material y ése iba a ser mi regalo
para la Virgen”. En aquella oportunidad, “ellas dijeron que querían agradecerle
a la Madre la protección que nos está brindando”, contó Fermín, y trajo a la memoria que “según cuenta la historia, en
otra época, la Virgen protegió a los pobladores de Belén de una plaga de
langosta. Ellos le hicieron una ofrenda, ya que por la forma en que sucedió fue
proclamado como un prodigio obrado por intercesión de la Virgen”.
Fermín
Aurelio viene de una familia de artesanos del metal, y contó orgulloso que
“hace 58 años, mi padre, Fermín Máximo, de quien aprendí el arte de la
orfebrería, le regaló a la Virgen la medialuna de plata que luce bajo sus pies,
y también el bastón que tiene en su mano fue hecho por él. Era la época en que
la gente salía a la zafra, y en agradecimiento de esta gente trabajadora le hicieron
ese bastón de regalo”.
Este trabajo
artesanal “hecho a mano, a golpes en el yunque, con las mismas herramientas que
usaba mi padre”, le demandó “más o menos
un mes”, dijo, y describió que “es de plata con detalles de oro y bronce, que
es el dorado de arriba, tiene poco más de 30 milímetros de diámetro,
aproximadamente, y pesa unos 16 gramos”.
Para Fermín
Aurelio, “haber realizado este presente para la Virgen es una emoción muy
grande, porque es volver a hacer algo que hizo mi padre hace 58 años. A mi
padre lo he querido muy mucho y es una emoción muy grande, porque regalarle
algo a la Virgen es único”.