El sistema
hidráulico descubierto por el equipo de arqueología del proyecto Miriguaca
demuestra la existencia de diversas redes de riego con diferentes escalas de
uso y magnitudes.
El
descubrimiento fue posible a través del estudio de imágenes satelitales que
revelaron trazados que llamó la atención al equipo dirigido actualmente por la
arqueóloga Lorena Grana. Ya en el terreno, los trazados resultaron ser canales
de riego, y en una zona donde los trazos convergían, la excavación reveló una
represa.
La represa
consiste en una construcción muy sencilla, un semicírculo de tierra. Las
excavaciones permitieron entender que se compone de un estanque de al menos 370
metros cúbicos y un ducto de salida construido con piedras lajas. El marco de
salida tiene una forma trapezoidal y el extremo final del ducto está construido
como una pequeña cámara de aquietamiento, para controlar la velocidad de la
salida del agua. La función de la cámara es frenar el agua cuando sale de la
represa para evitar la erosión de los canales.
Las técnicas
de construcción se basaron en aprovechar la pendiente natural del terreno para
acumular el agua, luego hicieron un montículo de tierra para contener el agua,
y el ducto de salida lo hicieron con piedras talladas y acomodadas.
Para Grana,
una de las importancias del hallazgo es que muestra “los fuertes conocimientos
que tenían estos campesinos del pasado para el manejo del paisaje. Lo
sorprendente no es tanto la represa en sí, sino estos conocimientos acabados
que le permitieron generar oasis agrícolas en una zona tan desértica. El
momento de uso, era igual de árido a los actuales, y pudieron, con tecnologías
muy sencillas, generar grandes extensiones de cultivo”, concluyó.
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