Cuando
probamos un alimento, los humanos distinguimos entre el dulce, el amargo, el
salado y el ácido, cuatro sabores básicos que se conjugan en nuestro sistema
nervioso hasta configurar lo que comúnmente llamamos ‘gusto’. Esta experiencia
sensorial compleja, configurada en el cerebro, nos aporta información sobre lo
que consideremos placentero (contra gustos no hay nada escrito) y nos induce a
consumir determinados alimentos. Sin embargo, para algunos animales, este
sentido no es solo una cuestión de preferencias, sino de supervivencia, pues es
un indicativo de particularidades químicas de un determinado alimento que puede
significar la diferencia entre la vida y la muerte.
LA CLAVE
ESTÁ EN EL PH
El pH, la
escala de acidez o basicidad de una sustancia (la cualidad de la base),
desempeña un papel esencial para los organismos vivos, ya que muchos procesos
biológicos, como la descomposición de los alimentos y las reacciones
enzimáticas, necesitan que el nivel de pH sea el adecuado. PH significa
‘potencial de Hidrógeno’, y en concreto, indica la cantidad de iones de
hidrógeno disponibles en una sustancia. Así, a mayor cantidad de iones
disponible, más ácida será, y viceversa. De tal modo que un pH alto indica si
la sustancia es alcalina, mientras que un pH bajo nos informará de que es
ácida. La escala es entre 0 y 14, con lo que el PH neutro se considera el que
tiene el valor 7.
Los seres
humanos estamos familiarizados con el sabor ácido, que nos permite percibir
esos valores demasiado bajos en pH, poco se sabe sobre cómo hace el resto de
animales para percibir las bases en el extremo opuesto del espectro de pH: el
alcalino. Detectar tanto los ácidos como las bases que suelen estar presentes
en los alimentos, es importante porque pueden influir significativamente en las
propiedades nutricionales o tóxicas de los alimentos. Y es que un pH demasiado
alto puede ser perjudicial, no solo para las moscas, sino también para los
humanos, a los que pueden causar problemas de salud como espasmos musculares,
náuseas y entumecimiento.
ALCALINO, EL
SEXTO SABOR
Una nueva
investigación llevada a cabo por el Centro de Sentidos Químicos Monell, una
organización dedicada a la investigación de nuevos sabores, ha identificado un
nuevo método para detectar ese pH alto a partir del estudio del comportamiento
de las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster). Los investigadores han
descubierto que estos insectos pueden distinguir las sustancias alcalinas
debido a que tienen un receptor gustativo del pH elevado. En otras palabras:
han descubierto un sexto sabor, además de los cuatro antes descritos y el
denominado umami, identificado hace décadas.